Zapatero a sus Zapatos

Por Avidel Villarreal G.

En toda campaña política existen dos errores imperdonables. El primero es entregar áreas de responsabilidad a personas que no están preparadas. Es muy grande la tentación de transformar a los amigos y aliados de siempre, los más leales y los más cercanos en el equipo ejecutivo con el cual llevar adelante una campaña. Al tomar esa decisión se comienza a perfilar la derrota porque casi siempre genera una cadena de errores que afectan la imagen del candidato y le hacen perder tiempo y recursos valiosos. Un equipo capacitado es la base del éxito, y no se debe dudar en realizar ajustes si alguien no está a la altura de las circunstancias.

El segundo error es no tener una conducción estratégica única. Permitir que cada área tome decisiones independientes sin un plan maestro lleva a la incoherencia. Y en política, la incoherencia es fatal.

El éxito de una campaña radica en un principio fundamental: cada uno debe hacer aquello para lo que está capacitado. Vamos a explicar por qué.

1.     La Especialización como Base

Un error típico en campañas que se improvisan es subestimar la necesidad de especialización. No se trata solo de tener gente comprometida, sino de contar con personas que sepan exactamente qué hacer en su área. En ese sentido tenía mucha razón el ahora expresidente estadounidense Barack Obama: “El equipo importa tanto como el candidato”. Equipos malos desfalcan la mejor candidatura. Por eso, cada miembro debe conocer su rol a la perfección, ya sea en la comunicación, estrategia territorial o análisis de encuestas. No hay tiempo para el ensayo y el error.

En cualquier empresa política exitosa, cada departamento, desde las redes sociales hasta la logística territorial, debe estar dirigido por expertos. Esto permite que los engranajes de la campaña funcionen de manera óptima. Si la comunicación en redes sociales está en manos de alguien incapaz, por ejemplo, el impacto en la imagen del candidato puede ser devastador, ya que hoy las redes son clave en la batalla electoral.

2.     El Factor Tiempo: No hay Espacio para la Improvisación

El tiempo es el recurso más valioso en una campaña. En este juego no hay prórrogas. Cada día que pasa sin una estrategia clara es un día perdido. El estratega político, y por extensión todo el equipo, debe entender que no hay margen para el error o la improvisación. Por algo decía Winston Churchill: “Fallar en planificar es planificar para fallar”.

Las campañas tienen plazos definidos que por lo general son demasiado cortos. En un artículo anterior comentábamos que por eso los esfuerzos debían comenzar cuanto antes. No hay tiempo para aprender sobre la marcha, no es recomendable confundir el plano de las amistades con las exigencias de una elección. Las decisiones deben ser rápidas y precisas, y esto solo se logra con un equipo bien entrenado y con un claro conocimiento de sus funciones, sin que ninguno pueda apelar a que es el mejor amigo de nadie. Si se necesita entrenamiento en alguna de las dimensiones especializadas, esa capacitación debe ser previa al arranque oficial de la campaña, no durante la misma. En esta carrera, hay que estar preparados y dispuestos para aprovechar cada oportunidad y minimizar riesgos.

3.     Un Campo de Batalla de Expertos

En los últimos años, las campañas políticas han dejado de ser una simple carrera electoral para convertirse en auténticas batallas entre expertos. Ya no se trata solo de recorrer las calles, sino de integrar una estrategia multifacética donde se cruzan campos tan diversos como la psicología del votante, el análisis de “big data” y la comunicación digital. Cada experto aporta una pieza clave, y coordinar esos esfuerzos es la tarea fundamental del estratega general. Sin una conducción firme que sea capaz de interactuar con tantos planos de complejidad se corre el peligro de transformar la campaña en un jeroglífico incomprensible. Por eso se necesita al frente a un estratega que tenga esa capacidad y que pueda manejar crisis activando una experticia u otra.

4.     Dirigir una campaña es similar a dirigir una orquesta sinfónica.

Un equipo de campaña moderno no se limita solo a los viejos métodos de contacto puerta a puerta, porque se han creado nuevos espacios de encuentro con la gente. Hoy día, un equipo ganador debe contar con expertos en redes sociales, análisis de estudios de opinión, gestión territorial, agencias de publicidad y expertos en el entrenamiento personal del candidato. Sin embargo, estas áreas no deben trabajar de manera aislada; deben ser engranajes de una misma maquinaria.

¿Por qué el estratega general de una campaña debe ser visto como el director de una orquesta sinfónica? Porque él, siguiendo la estrategia previamente definida, determina en qué momento entra cada uno de los instrumentos, o sea, él define el nivel de relevancia con el que participan cada una de las áreas que se interrelacionan dentro de la campaña. Por ejemplo, el grupo a cargo del territorio tienen una labor fundamental el día de la elección, mientras otras áreas no tendrán tanta relevancia en ese momento.

5.     El Estratega General: El Director de Orquesta

Hemos advertido varias veces a lo largo de este artículo que es imprescindible administrar la complejidad y que eso solamente se logra con una dirección centralizada. Están prohibidas las libres iniciativas y las opiniones “especializadas”. Ya hacen bastante daño los que se acercan al candidato para llenarlo de ruido. Como en cualquier orquesta, el estratega general es quien marca la pauta. No se puede permitir que cada área trabaje de manera independiente sin una visión global, ya que eso llevaría al caos y a la falta de coherencia en el mensaje de la campaña. No pueden llegar los especialistas sectoriales con la expectativa de querer imponer sus propios puntos de vista para su área. Deben venir bien dispuestos a poner su experticia a disposición de la estrategia y del estratega. La creatividad funciona cuando es subsidiaria de la estrategia y es terrible cuando quiere imponerse a la estrategia.

El estratega es, en este sentido, el director de la orquesta: cada sección puede ser excelente, pero si no están coordinadas bajo una misma batuta, el resultado será desastroso.

Una campaña electoral es demasiado importante como para no entender y asumir las viejas premisas gerenciales que recomendaban unidad de mando y unidad de dirección. Las decisiones estratégicas tienen un único origen y deben pasar por un solo canal. De lo contrario, el mensaje se diluirá y la campaña perderá rumbo. Como bien lo expresó una vez el presidente Franklin D. Roosevelt: “No puedes liderar una orquesta sin darle la espalda a la multitud”.

6.     Todo para el Candidato, Todo por la Victoria

Al final del día, todo esfuerzo en una campaña debe estar orientado hacia un solo objetivo: el éxito del candidato. El equipo, los expertos, los estrategas, todos trabajan para ese fin. Cualquier personalismo o ambición individual puede ser destructivo. Como diría el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica: “Nadie es más importante que el proyecto”. El proyecto es el candidato, y el resultado de la elección dependerá de qué tan bien se haya organizado su equipo.

 

En definitiva, “zapatero a sus zapatos” es más que un dicho popular; es una regla de oro en las campañas políticas.

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