Cuanto antes, mejor

Por: Avidel Villarreal G.

Una de las principales dudas que inquieta a cualquier aspirante a un cargo de elección popular es: ¿Cuándo debo empezar mi campaña? Esta pregunta tiende a proyectarse hacia el futuro, y la respuesta que comúnmente resuena en los equipos de trabajo es esperar hasta que se acerquen las fechas clave, el calendario electoral lo permita o como se dice en la jerga popular “cuando los astros se alineen dentro de la coyuntura local y contemos con buenos augurios”. Sin embargo, todas ellas son partes de una visión que puede limitar las posibilidades de éxito de una campaña. Por eso conviene enunciar de una buena vez lo que podría ser la primera ley de las campañas políticas: “El tiempo es oro”. Eso significa que los tiempos de campaña son mucho más extensos que los plazos legales y van mucho más allá del calendario electoral. De hecho, una candidatura exitosa es el resultado de años de trabajo enfocado en un único propósito.

Cuando esta misma pregunta se formula a un estratega político, la respuesta es clara y contundente: si ya has decidido ser candidato, el mejor momento para comenzar fue ayer. Este consejo, lejos de ser un simple lema, tiene profundas implicaciones en la manera en que se estructura y se implementa una estrategia política. Las campañas no se ganan en los meses previos a la elección; se construyen con años de antelación, con una base sólida que permita destacar en un panorama electoral cada vez más saturado. Ganar no es solo el resultado de la fuerza de voluntad. Requiere la instrumentación de una plataforma compleja donde se tratan de sincronizar un conjunto de esfuerzos y actividades clave a la hora de contar los votos.

Detrás de una campaña electoral exitosa no está solo el carisma del candidato o su capacidad de atraer votos en los mítines. Existen aspectos fundamentales que deben trabajarse desde mucho antes de que siquiera se hable de elecciones:

1.       Conocer el entorno electoral y cómo se posiciona el candidato en ese contexto es esencial. Para saberlo con precisión es necesario que se hagan estudios de base sociopolítica de carácter cuantitativo que deben complementarse con investigaciones etnográficos. Esto no se logra súbitamente. Hay que levantar información confiable sobre el estado de la opinión pública y contar con un mapeo claro de los problemas que más preocupan a los votantes. Es fundamental que el candidato entienda qué quiere la ciudadanía desde el primer momento. Es la única forma de construir una empatía discursiva que conecte y consolide las simpatías en intenciones de voto.

2.       El candidato tiene que hacerse conocer. Nadie apuesta a un desconocido. Es vital que los votantes sepan quién es y que lo puedan contar. Alrededor del candidato hay que construir un personaje, con un conjunto de atributos atractivos para el elector. Obviamente esto no es posible de un día para otro, ni siquiera en unos pocos meses. Requiere una presencia constante en medios de comunicación y exposición persistente en eventos comunitarios y en plataformas digitales. La familiaridad y la cercanía generan confianza, y la confianza es una condición crucial para lograr el compromiso del voto.

3.       Lleva tiempo y esfuerzo construir profundidad de imagen. Más allá de que los votantes conozcan al candidato, deben tener una imagen clara y positiva de él. ¿Es una figura confiable? ¿Se le asocia con valores que importan? La construcción de una imagen sólida lleva tiempo y, cuando se deja para el último momento, es mucho más difícil de manejar. Esa imagen intentada a última hora será frágil y muy vulnerable a los ataques y a la guerra sucia.

4.       En la actualidad, un candidato sin una presencia digital robusta está en desventaja. Las redes sociales permiten interactuar con los votantes de manera directa, pero estas plataformas requieren un trabajo constante para ganar seguidores, generar vínculo y fidelidad crecientes y proyectar una imagen coherente. La vida digital es una extensión de la campaña, y su construcción debe iniciarse con tiempo. Al comenzar los lapsos legales de la campaña electoral este trabajo debe estar consolidado y será uno de los pilares que permitirán ganar mentes y corazones de los electores.

5.       No basta con ser conocido en redes o en medios de comunicación; es esencial estar presente en el territorio, en el día a día de las comunidades. Los ciudadanos deben sentir que el candidato entiende sus problemas y se involucra en sus realidades. Que está dispuesto a estar con ellos, en medio de ellos, compartiendo sus vivencias y con la mayor disposición a pedir el voto. Este trabajo de base, que requiere visitas constantes y una participación intensa en la vida local, no puede improvisarse, porque tendrá la apariencia de una impostura, una simulación interesada que, en lugar de atraer, los va a mantener distantes.

6.       Una campaña exitosa necesita bases de datos robustas que permitan la movilización efectiva de votantes. Cada contacto, cada visita a las comunidades, cada uno de los esfuerzos por llevar el mensaje político debe tener la ganancia de construir una poderosa base de datos que permita el contacto permanente.  Conocer quiénes son los simpatizantes, dónde viven, qué les preocupa y cómo llegar a ellos es un proceso de largo plazo que no puede iniciarse en los meses previos a la elección. El que lo haga de último se va a conseguir con que los electores ya se han comprometido con otro que hizo el trabajo primero.

En la era de la sobreinformación y las redes sociales, las campañas electorales tradicionales están enfrentando un reto: los tiempos oficiales son cada vez más cortos, mientras que el ruido mediático es abrumador. Los votantes están expuestos a un sinfín de estímulos, lo que dificulta la tarea de captar su atención y convencerlos en un periodo breve.

 

Por esas razones todo lo que se logre construir antes de que inicien formalmente los tiempos de campaña será crucial para alcanzar el éxito. Esto implica consolidar redes de apoyo, afianzar una narrativa clara y establecer relaciones sólidas con líderes de opinión. Las leyes electorales pueden limitar ciertos tipos de acciones previas, pero siempre hay espacio para construir un perfil público sin infringir las normas.

Cuanto antes, mejor

Ante la pregunta que pueda hacer el candidato sobre cuándo es la mejor fecha para comenzar el trabajo política, la respuesta es clara: cuanto antes comiences, mejor. No hay atajos en la construcción de una candidatura fuerte y viable. Los meses previos a la elección deberían ser el momento para consolidar lo que ya se ha trabajado durante años, no para improvisar estrategias. Cada día cuenta, y la capacidad de planificación y anticipación es lo que diferencia a los candidatos exitosos de aquellos que se quedan en el camino.

 

En resumen, si ya has decidido lanzarte a la arena política, no esperes más. El mejor momento para comenzar una campaña electoral fue ayer; el segundo mejor momento es ahora.

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